Las Vendedoras de Pescado
La conducción del pescado del muelle al Mercado es una estampa cotidiana muy pintoresca de la actividad porteña, a veces lo llevan en carretillas, triciclos, o a la espalda.
Dentro del Mercado en una larga fila de mesas se exhiben los robalos, tollos, rayas, sucos, cangrejos, “muymuyes”, conchitas negras y blancas frescas y saladas etc. etc. sin olvidar el popular “cochayuyo”.
Acercarse a las vendedoras de pescado es acercarse a un pasado muy remoto; es ver en ellas el lamento por la muerte del Inca. Ese profundo sentimiento se manifiesta en cubrirse con el riguroso vestido negro símbolo de dolor y tristeza. Las vendedoras de pescado son estampas vivas que nos recuerdan el pasado glorioso de aquellas princesas de la cultura mochica. Sus gestos, sus miradas, sus vestidos, sus trenzas largas, su tez quemada, sus pies sin zapatos son testimonios que ellas son un rezago de nuestros antepasados.
Las vendedoras son salameras, halagadoras para coger al cliente.
Venga casería, lléveme mis robalitos están fresquesitos. Le doy su yapita.
Algunas con voz muy pulida que sólo ellas pueden modular cantan:
“…¡Conchíitas…frescas…! “…¡conchitas…blancas..! …Conchitas negras…!
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