Cutis de Chancho
(una provinciana en Lima)
Les contaré lo que le sucedió a mi vecina y comadre espiritual. Esta familia pensando en el futuro de su hija, decidieron darle una esmerada educación y para esto la enviaron a estudiar a Lima.
Habiendo pasado algunos meses, la madre decidió ir a visitar a su hija para ver como le iba en los estudios. Antes de viajar fue a la chacra y escogió algunas hortalizas para llevar a la hija.
Llegó a Lima la amorosa madre, su gozo fue pleno al encontrar a su hija bien de salud y en los estudios. Después de algunas confidencias íntimas, la madre le dice que el viaje la ha cansado y además el sol le quemado el pellejo de la cara. La hija con visos de limeña, al oir esa palabrita de “pellejo“, le cayó pesado, entonces aconsejó a la madre que no hablara de esa manera. En Lima no se dice pellejo, sino cutis. No vuelva ha pronunciar más esa palabra, porque si le oyen mis amigos se reirán. La madre reconociendo que su hija tenía mayores conocimientos le agradeció y le dijo que perdiera cuidado que ya no volvería a decir “pellejo” sino “cutis“.
Al día siguiente, aparecieron las amigas y amigos de la provinciana. Todos muy contentos de conocer a la madre de su amiga. Todo era risas y confidencias juveniles. La señora pronto congenió con las limeñas y se sentía como entre los suyos. Las conversaciones fueron muy variadas y como acontece siempre cuando se reunen damas, se llega a tocar sobre menús. Las limeñas comenzaron a quejarse de la veda que les había privado de sus platos favoritos de bistecs… tanto pollo… y pescado… ya nos tiene hostigadas… la señora provinciana queriendo compartir sus secretos culinarios con las amigas de su hija dijo:
“Es verdad que la veda nos ha afectado mucho, pero lo que yo hago me ayuda a la dieta de la familia. En tiempo de veda, cocino frijolitos y para darle un gusto rico le pongo… … “cutis de chancho”…
Desde ese momento ya no se pudo seguir hablando de secretos culinarios. La niña provinciana se puso pálida, los amigos comenzaron a taparse la boca, otros a toser y más luego comenzó un jí…jí…jíí…y por último como una bomba todos estallaron en carcajadas…”cutis de chancho“….já…já…já…já..!
La madre, aprendió la lección de su hija alimeñada no volvió a decir”pellejo” sino “cutis“.
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