Las Cocineras

En el Mercado Central están ubicados unos mini restaurantes; son unas”jaulitas” de cemento, cuyas puertas siempre están abiertas al público comsumidor quien es cautivado por lor aromas de los exquisitos potajes que en ellos se preparan.
El “Menú” que se le ofrece a tan distinguida clientela tiene como entradita el sabroso cebiche de tollito con yucas, camotes o choclos. Luego viene el infaltable “sancochado”. Después desfila el típico “cabrito” con arroz(cabrito?). También se prepara el nutritivo “shambarito”, con orejas de chancho y como condimento se le pone unas hojas de culantro (“cilantro” dicen los que creen que es una mala palabra). Y para los que bajan de donde viene el agua … como para que no pierda la costumbre, las laboriosas cocineras les preparan la riquísima”patasquita”. Estos y otros innumerables potajes que son imposibles de enumerar, los cuales son muy apetecidos por el público local y foráneo.
En cuanto a la sazón, las señoras cocineras son muy singulares, basta con acercar la naríz a la olla para saber que a la sopa le falta un poco de agua, o una pisca de sal, o una hojita de perejíl, etc…
Sobre economía las cocineras saben más que los mejores economistas profesionales. Ellas nunca llevan libros de cuentas, se las arreglan con granos de maíz o haciendo nudos en el pañuelo que luego guardan en el seno.
Para “tantear” la cantidad a cocinar, basta con mirar al sol, o poner un grano de sal en la punta de la lengua con esto pueden pronosticarla la cantidad de comensales que tendrán en el día. Para asegurarse que su cálculo no falle, le ponen una velita al santo Moreno. El se encarga de traer a los clientes. Y si el “negrito” milagroso no cumple, no hay porque preocuparse, aquí no se pierde nada, todo se vende porque todo cuesta dinero. Cuando sobra arroz, se lava y se pone de nuevo a la olla. Si loque sobra es “cabrito” se lavan las presas y se ponen en el”sancochado”.
¡Que ciencia de cocineras, todo se vende, nada se pierde porque todo cuesta dinero……!

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