Gracias a Dios por este año

Dos días antes de acción de Gracias del año pasado, estaba en la oficina de una doctora especialista, mi ojo izquierdo se cerraba solo y si lo abría veía todo por duplicado. Por unas semanas mis dolores de cabeza habían ido de mal en peor y cada vez habían síntomas más inquietantes. Ella me examinó y dijo su vista está perfecta, y esas son malas noticias. Pausó por un momento, y se levantó a cerrar la puerta. Me parece que usó esos segundos para buscar qué decir, pues al voltear hacia mi, su cara había sufrido una transformación. Su sonrisa amable había desaparecido, y su voz tenía un tono grave cuando me dijo: Sr. Polo, lo que usted tiene es bastante grave, voy a llamar a emergencia para que le hagan una tomografía de emergencia. Un par de horas más tarde, entraba en ese túnel atemorizante con la advertencia de que la doctora había ordenado tres diferentes tests, así que iba a tomar más de lo normal. No sabiendo cuánto era lo normal, no estaba preparado para pasar más de una hora sin poder moverme, ni para rascarme, y sólo podía pensar, y orar. La doctora había dicho que las tres posibilidades eran que estaba teniendo un derrame cerebral, un aneurisma o una disección de la aorta. Jenny estaba afuera, orando también.
Después de lo que me pareció varias horas de inmovilidad, salí entumecido. Me sacaron en silla de ruedas, estaba cada vez más débil. Regresamos a la casa y decidimos cancelar los planes de viaje y esperar las noticias. A las seis de la mañana sonó el teléfono y era la doctora, tengo noticias buenas y malas, dijo, lo bueno es que la tomografía salió totalmente negativa, lo malo es que no tenemos ninguna explicación para lo que le está pasando.
Estaba confundido, sin respuestas, lo único de lo que estaba seguro era que estaba en las manos del Señor. Llamé a un amigo doctor y le conté mi dilema, preguntándole si era sabio hacer el viaje en esas condiciones. Me dijo que si la tomografía había salido negativa, no había un peligro inminente en mi vida, y en defensa de la medicina dijo que había docenas de cosas que podían causar mi condición y era difícil para los doctores encontrar la razón exacta, y me mandó la larga lista.
Decidimos hacer el viaje, Michelle ayudó en el manejo debido a mi condición. Estaba débil y sin ganas de hacer mucha actividad, por los últimos diez años me fatigaba cada vez más fácilmente, varias veces había sido diagnosticado con pulmonía, apnea del sueño, pero los tratamientos no hacían mucha diferencia, cada vez podía hacer menos y me cansaba más. Unos cuatro meses antes el cardiólogo pensó que el problema era del corazón, pero su tratamiento tampoco parecía ayudarme mucho.
Llegó el día de acción de gracias y no tenía ganas de hacer nada, miré la lista de enfermedades que podían causar mis síntomas, era larga, miré la primera, nombre raro, no me acuerdo lo que era, pero comencé a leer todo lo que pude encontrar sobre ella. En algún momento de mi investigación encontré algún detalle que no coincidía con lo que yo tenía. Seguí con la siguiente, al leer sus detalles recuerdo haberme asustado, era una condición seria y fatal, pero al seguir leyendo llegué a convencerme que no era lo que yo tenía. Así seguí estudiando por todo el día, mientras la familia alrededor mío continuaba celebrando y disfrutando. Miraron películas, jugaron con los primos, conversaron, pero todo eso lo recuerdo vagamente, porque estaba concentrado en mi investigación. Debo agregar que no tengo ningún trasfondo clínico, por lo tanto, la mayor parte del tiempo la pasé buscando el significado de los términos usados para describir las enfermedades. En ocasiones confundido por tantas enfermedades que compartían varios síntomas, seguí leyendo, comprendiendo que esta era, sin exagerar, una de las investigaciones más importantes de mi vida. La falta de trasfondo clínico fue suplida en parte por la aplicación metódica de análisis conseguida por los años pasados jugando ajedrez y escribiendo código para lograr que las computadoras hagan lo que yo les pido.
Nunca antes había escuchado de la mayor parte de estas enfermedades, ¿Miastenia grave (MG)? ¿qué es eso? Sin embargo, al indagar un escalofrío comenzó a recorrer mi espina dorsal… podía identificar síntomas que había sufrido toda mi vida, desde mi niñez! Sentía dentro de mi una confusión desbalanceada entre alegría y temor, mis ojos se llenaban de lágrimas, podía identificarme con todos los detalles de esta enfermedad, pero dentro de mi quería que no fuera porque la descripción empezaba diciendo: “Es una enfermedad neuromuscular incurable…” Seguí investigando todas las demás, tal vez para tratar de encontrar alguna otra explicación menos dolorosa, pero era imposible, todas las demás tenían detalles que no calzaban.
Escribí de inmediato a mi doctora: Creo que tengo miastenia grave. Ella lo dudó, pero me dio una cita en la que le expuse todas mis razones y dijo, hmmm, es posible, pero tendría que confirmarlo un neurólogo, y me hizo la cita.
Desafortunadamente, los neurólogos son demasiado ocupados y la primera cita fue para varios meses más tarde. Conforme pasaban las semanas, mi cuerpo se iba debilitando, mis extremidades se paralizaban y mi pecho se negaba a respirar. Cada día más débil, seguí investigando lo más que podía sobre la miastenia grave. Aprendí que antes fue llamada Miastenia Grave pseudo-paralítica, que originalmente el grado de mortalidad asociada con la Miastenia Grave era del 70%, aunque hoy, con tratamiento, es sólo del 3 al 5%. También aprendí sobre la grandiosa historia de la Dra. Mary Walker, que descubrió, casi por accidente, en 1934, que el antídoto para el veneno curare también tenía un efecto positivo en los pacientes de MG. Ella experimentó con ese antídoto y estableció el protocolo que es usado hasta el día de hoy para el tratamiento de los síntomas. Además, descubrió que ejercitando un lado del cuerpo debilitaba el otro lado, lo cual ella interpretó (lo que sólo pudo ser probado mucho después por experimentos avanzados) que la miastenia era producto de un agente que circulaba por el cuerpo.
Por fin llegó el día que me hicieron la “prueba” oficial que determina el diagnóstico. Se trata de introducir una aguja muy fina por la frente y llevarla hasta la base del músculo que mueve el ojo y hacer lecturas de la interacción entre el nervio y el músculo. Luego, se procede a poner unos sensores en diversas partes del cuerpo y enviar choques eléctricos que lo hacen a uno saltar de dolor. Al finalizar, la Dra. me dijo, no hay duda que usted tiene Miastenia Grave sistémica. Salió y llamó al neurólogo que iba a estar a cargo de mi caso, al entrar él, dijo, ¿Así que usted es el paciente que se auto-diagnosticó con Miastenia Grave? A partir de ese día comencé con medicamentos para los síntomas.
Por los siguientes meses, los síntomas mejoraron con los medicamentos, pero no lo suficiente, así que el neurólogo me propuso cambiar el tratamiento por uno que ataca a la raíz de la enfermedad. Lastimosamente, la raíz de la enfermedad es el sistema inmunológico y había que destruirlo. Las consecuencias serían muy riesgosas, pero controlarían la enfermedad. Decidí aceptar y unos seis meses más tarde, llegué prácticamente a la remisión de la enfermedad.
Durante todo este proceso, el Señor me ha mostrado mi debilidad y mi necesidad de Él. ¿Estoy sano? No, ninguno de nosotros lo está, todos tenemos una enfermedad incurable que va debilitando nuestros cuerpos hasta que estos ya no pueden más, y morimos. Sin las defensas que provee el sistema inmunológico, estoy más propenso a las infecciones, y enfermedades. En los últimos meses he ido tres veces por urgencia debido a infecciones. Tengo que cuidarme mucho, ya no doy la mano o besos (para evitar virus o bacterias que me matarían), no puedo comer cosas no cocinadas, y tengo que estar en constante chequeo con el especialista. Aun una simple visita al dentista ahora requiere que el neurólogo apruebe el proceso antes de hacerlo. Necesito tener un buen seguro médico, mis medicinas suman varios miles de dólares, y cada tomografía cuesta otros tantos. Hablando de tomografía, el próximo miércoles tendré una tercera debido a que por el último mes he tenido un tinitus pulsátil en el oído derecho y el resultado del test de audiología de ayer fue normal, así que hay que mirar dentro de la cabeza para descartar algún problema vascular.
No sé lo que pasará mañana, ni la próxima semana, sin embargo, hoy tengo que dar gracias.
1. Gracias a Dios por el avance de la medicina y la sociedad, en un año de intensa enfermedad sólo he perdido 3 días de trabajo (la universidad me permite trabajar de la casa cuando necesito).
2. Gracias a Dios por el amigo que me dio la lista de enfermedades, porque prefiero saber que tengo una enfermedad incurable, que la incertidumbre.
3. Gracias a Dios porque la certeza de que voy a morir cualquier día me ha ayudado a valorar mis días, mi familia, mi trabajo, mi vida y dar, cada día, gracias a Dios.
4. Gracias a Dios por doctores como Mary Walker que siguieron su intuición (dada por Dios) para mejorar mi vida.
5. Gracias a Dios por darme las fuerzas para predicar Su evangelio. Hace unas semanas empezamos a predicar el evangelio en Español en un nuevo ministerio en el norte de Raleigh, y en Febrero ayudaremos a empezar una segunda iglesia en el centro de Raleigh (si el Señor así lo quiere).
6. Gracias a Dios por mi familia, cada uno de ellos son una bendición y un apoyo en mi vida.
7. Gracias a Dios por los hermanos en Cristo, que con el pasar de los años han llegado a ser mi familia, y me han sido un apoyo grande en las tribulaciones.
8. Gracias a Dios por mis amigos, que con sus bromas y amistad siempre están allí.
9. Gracias a Dios por Su gracia infinita, en su amor y cuidado, ha sido un buen año.