
“Adoración” es una palabra compleja. En un mundo moderno, su definición es muy distinta al contexto bíblico. De la misma forma en que seguimos llamando “iglesia” al edificio, aunque sabemos que es bíblicamente inapropiado, usamos el significado contemporáneo de “adoración”, aunque en este caso, perdemos su verdadero significado bíblico. Para entender a fondo, primero debemos explorar el significado original de la palabra.
Significado etimológico
Para comunicarnos efectivamente, debemos comprender las palabras de la misma manera. Por eso, es vital clarificar lo que queremos decir cuando usamos el término “adoración”.
La palabra adoración en el hebreo, “שָׁחָה” (shâchâh), significa literalmente “postrarse”, tirarse al piso, reflejando humildad y reverencia. La septuaginta tradujo el término hebreo con su equivalente en el griego “proskuneō”, que también es usada en el griego del Nuevo Testamento. “προσκυνέω” (proskuneō) literalmente significa “besar inclinándose”, conllevando también la idea de postrarse en honor y reverencia. Ambos contextos sugieren una inclinación física, un acto de humillarse ante una presencia superior. Es más, prácticamente cada vez que la palabra está usada en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el individuo o grupo de personas están adorando en el suelo, sea arrodillados o totalmente rendidos.
Evolución contemporánea
Desafortunadamente, estas definiciones etimológicas y bíblicas han sido opacadas por interpretaciones contemporáneas. Actualmente se tiende a asociar adoración con actividades específicas en la iglesia o en la vida diaria. Sin embargo, la Biblia claramente identifica adoración con actos de postrarse y rendirse ante Dios. La Biblia nos instruye a cantar, orar y ofrendar, pero nunca dice que esas actividades sean modos o formas de adorar.
Entonces, ¿por qué este cambio de perspectiva? ¿Cómo evolucionamos de un acto de humildad física a una definición tan amplia? Hemos optado por adoptar interpretaciones subjetivas, basadas en sentimientos personales o tradiciones en lugar de en las Escrituras. Hemos continuado con las formalidades heredades sin cuestionar si tienen verdadera raíz bíblica. La pregunta es, entonces, ¿hay algún problema con este cambio? ¿Qué peligro puede tener este cambio?
El peligro
Es muy importante comprender el gran peligro que esta evolución ha generado. Agregar una variedad de aspectos al concepto adoración no es malo, lo que es realmente dañino es que, al mismo tiempo, hemos extraído de su significado lo que realmente significa en la Biblia. Hasta el día de hoy, cada vez que he preguntado qué significa la adoración he recibido términos como: “orar”, “cantar de corazón”, “disfrutar con todos mis hermanos”, “ese momento tan especial en el servicio”, “obedecer”, “todo lo que hago”. Sin embargo, “postrarme”, “arrodillarme”, “rendirme” nunca han sido parte de la respuesta. Si vamos a agregar conceptos contemporáneos al término adoración, por lo menos cuidémonos de que, al mismo tiempo, no le robemos su significado original.
Nos reunimos para adorar
Otro punto interesante es la asociación entre la iglesia y la adoración. A menudo, se dice que la iglesia se reúne para adorar a Dios. Sin embargo, no sé si lo habrás notado, pero la Biblia nunca ordena a la iglesia congregarse para adorar, tampoco tenemos ejemplos del uso de la palabra adorar en referencia a lo que hacían los primeros hermanos. Nos dice que debemos congregarnos para edificarnos, amarnos, animarnos, exhortarnos unos a otros. La ausencia de un mandato expreso no debe ser tomado como un mandato de no hacerlo, y eso no es lo que yo quiero implicar.
Lo que sí es importante es el énfasis, casi universalmente, cuando pregunto para qué nos congregamos la respuesta es para adorar, es decir algo que no nos ha sido mandado, y casi nunca he escuchado “para edificar a mis hermanos”, lo cual sí nos ha sido prescrito en múltiples instrucciones como Hebreos 10.25. Como dato adicional, las Escrituras mencionan la palabra adoración en relación con la iglesia solo una vez, en 1 Corintios 14:25. Y es interesantísimo que esa única vez que se menciona no es un mandato para la iglesia, por el contrario, la enseñanza es que la iglesia debe profetizar, hablar la Palabra, para que el incrédulo pueda adorar.
La verdadera adoración
Debemos reevaluar nuestro entendimiento de “adoración”. En lugar de simplemente continuar con las tradiciones o interpretaciones contemporáneas, debemos regresar a las Escrituras. Jesús mencionó que el Padre busca adoradores verdaderos, aquellos que adoran en espíritu y verdad. Deberíamos esforzarnos por ser esos adoradores.
Es esencial entender que la verdadera adoración no es simplemente un acto ritual o una emoción, ni un conjunto de estas cosas, sino un acto de humildad y rendición genuina ante Dios, que normalmente se traduce en una humillación física, una vez hecho esto, los demás actos complementarán nuestra adoración.