Dando por gracia – Principios de mayordomía del Nuevo Testamento

Dando por gracia – Principios de mayordomía del Nuevo Testamento

Introducción

Aunque hay varios versículos a través del Nuevo Testamento sobre el tema del dar, o compartir, del cristiano, yo quisiera concentrarme en uno de los pocos pasajes que fue escrito específicamente sobre este tema, del cual extraeremos siete principios sobre la mayordomía (buena administración) de los bienes materiales.  A ver, una pregunta trivial de conocimiento bíblico, ¿sabes cuál es el pasaje donde la palabra “gracia” es mencionada más veces en toda la Biblia? Las cartas a los romanos y los efesios, aunque conocidas por ser tratados sobre el asunto de la gracia, ni siquiera se acercan al premio. El pasaje está en 2 Corintios, y está en los capítulos 8 y 9.  El capítulo 8 contiene la palabra gracia siete veces y el capítulo 9 tres veces, un total de 10 veces. Si una palabra se repite 10 veces en un pasaje, creo que vale la pena detenernos y pensar por qué.

Como un preámbulo, miremos cada vez que es usa la palabra en el pasaje.

2 Cor 8.1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;

Macedonia era la provincia norteña de Grecia, donde estaban las iglesias de Tesalónica, Berea y Filipos, mientras que Corinto, donde está la iglesia a la que escribe Pablo, está en la provincia sureña de Acaya. Pablo afirma que Dios les ha dado una gracia a las iglesias de Macedonia, un regalo inmerecido, pero ¿qué gracia recibieron?

2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. 3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,

Mira ¡qué interesante! La gracia, o regalo, que las iglesias de Macedonia recibieron de Dios, fue que en medio de su tribulación y pobreza, abundaron en generosidad.  Dios les dio el regalo de la generosidad.  Luego veremos esto en más detalle, pero me intriga la forma en que Pablo lo pone, por la gracia de Dios podemos dar. La segunda vez que aparece la palabra es aún más intrigante:

4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

Por algún motivo, los traductores prefirieron traducir la palabra “gracia” como “privilegio” que, aunque conlleva el significado correcto, pierde el maravilloso contraste que Pablo quiso presentar. Los macedonios le rogaron a Pablo que les conceda la gracia de participar.  Podemos deducir que los macedonios sí entendieron el compartir como una gracia de Dios.

6 de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia7 Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia.

La tercera y cuarta vez que aparece la palabra refleja el deseo de Pablo que Tito termine lo que empezó con ellos, y aunque no nos explica directamente a qué se refería, según el contexto, vemos que se refiere a que tal como la gracia de Dios produjo tal gozo y generosidad entre los macedonios, así también se manifieste la obra de la gracia de Dios entre los corintios.

9 Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

Pablo continúa construyendo su caso demostrando que la gracia del Señor, y no la obligación, fue lo que hizo que el Señor, siendo rico se hiciera pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos en Él.

16 Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros. 17 Pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia voluntad partió para ir a vosotros.

De la misma forma, la gracia de Dios (gracias aquí es la misma palabra) movió a Tito para regresar a visitar a los corintios, con mucha solicitud y buena voluntad.

19 y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad;

Otra mala pasada de los traductores puesto que Pablo vuelve a usar la palabra gracia para describir también el producto, ¡Tito fue designado por los macedonios para llevar esta gracia! ¡Qué hermoso círculo está dibujando Pablo!

9.8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

¡Dios quiere que abunde en nosotros TODA gracia para que tengamos lo suficiente en todas las cosas y así abundemos en buenas obras! Dios no quiere que abundemos en todas las cosas, sino en toda gracia; tampoco quiere que tengamos suficiente gracia, sino suficientes cosas. Cuando abundemos en toda gracia, tendremos suficientes cosas y ¡abundaremos en toda buena obra!

14 asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.

La gracia de Dios en los corintios causó que ellos den gracia por gracia, lo cual causó en los que recibieron la obra de gracia que dieran gracias a Dios por la superabundante gracia de Dios en los corintios. ¡Qué enredo tan bello nos pintó Pablo!

15 ¡Gracias a Dios por su don inefable!

¡Qué contundencia! ¡Qué elaboración! Un círculo de gracia desde el primer versículo del pasaje hasta el último… No hay otra palabra para describir el motivo, el incentivo, el acto, el producto, el resultado, todo es por gracia ¡Gracias a Dios!

Primer principio – Es una gracia de Dios

Con el obvio énfasis de la introducción, casi como que se adivinaba lo que sería el primer principio, compartir es una gracia de Dios.

2 Cor 8.1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. 3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, 4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

Gracia, regalo inmerecido. La gracia de Dios, personificada en Jesús que vino al mundo para morir por nosotros y darnos ese regalo inmerecido del perdón y la salvación. Lo que merecíamos era exactamente lo contrario, pero Dios en su amor y misericordia, no nos dio lo que merecíamos, sino que nos dio el opuesto, nos dio la limpieza de conciencia y como fin, la vida eterna.  Esa palabra gracia, regalo inmerecido, es la que Pablo usa para describir lo que Dios les ha regalado a las iglesias de Macedonia; les ha concedido el privilegio de ser generosos a pesar de ser profundamente pobres.  A veces me han preguntado, ¿cuánto tengo que dar?  Mi respuesta siempre ha sido: no “tienes” que dar nada. Dar es un privilegio, es un regalo de Dios.  Si en tu corazón estás pensando cuánto es el mínimo para dar, es mejor revisar la relación de tu corazón con Dios que la tarifa divina.

Mateo 10.7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

Al enviar a los doce, el Señor Jesucristo les dice: de gracia recibisteis, dad de gracia.  Aunque el Señor se está refiriendo al hecho de que los discípulos no debían cobrar por predicar el evangelio, nos muestra el principio: damos porque por la gracia de Dios hemos recibido todo.

En estos días en que es tan común escuchar de iglesias y predicadores que, para su beneficio personal o de sus organizaciones, exigen dinero con una combinación de falsas promesas de bendición y amenazas de maldición, es fácil permitir que el cinismo nos robe la felicidad de ser caritativos y generosos. Sin embargo, aún en estos días es refrescante escuchar a Dios decir, es un regalo que yo te doy, la oportunidad de compartir lo que te he dado con los que tienen más necesidad que tú, la satisfacción de ser un canal de bendición de Dios a otros. Gracias Señor por esa gracia.

Segundo principio – Entregarse primero a Dios

2 Cor 8.5 Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;

Sabemos que no podemos pagar por la gracia de Dios, no podemos hacer nada para ganar nuestra salvación, pero, en su gracia el Señor permite a sus hijos ser instrumentos de Su obra. La provisión de Dios para los necesitados y para las finanzas de Su reino no ha sido encargada a los ángeles, ni a los ricos, sino a los perdonados.

Los hermanos de las iglesias de Macedonia se dieron primeramente a sí mismos al Señor.  ¿Cómo se entrega uno al Señor? Esta figura es usada para representar dos aspectos de la relación del hombre con Dios. En primer lugar, un hombre se entrega al Señor cuando se arrepiente de sus pecados y se rinde ante su Creador.  Este aspecto de la entrega a Dios lo conocemos comúnmente como la salvación, y sucede una sola vez en la vida.  Pero, la forma en la que está siendo usada en este pasaje es ligeramente diferente, y se refiere a una continua y frecuente entrega del pecador perdonado a su Señor.  Es decir, estos hermanos macedonios no tenían riquezas abundantes, ellos mismos estaban pasando por escasez, pero al entregarse completamente al Señor encontraron que les nació un profundo deseo de ayudar a otros en sus necesidades, en cualquier forma posible.

Este principio, de que es necesario que el dador se haya entregado primeramente a Dios, es notable a través de toda la Biblia.

Génesis 4.3 Andando el tiempo sucedió que Caín presentó como sacrificio a Adonai una porción del fruto del suelo, 4 y Abel presentó de los primerizos de su rebaño y de la grosura de ellos. Y Elohim aceptó a Abel y a su ofrenda, 5 pero no aceptó a Caín y a su ofrenda. Y se enojó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

Tanto Abel como Caín presentaron ofrendas a Dios, pero es notable que Moisés dice que Abel fue aceptado, igual que su ofrenda, y Caín fue rechazado con su ofrenda. En otras palabras, Abel hizo a su ofrenda aceptable, pero el presentar una ofrenda no hizo a Caín aceptable ante Dios, porque él no se había entregado a sí mismo primero a Dios.

También es necesario notar que, aunque este pasaje a los corintios es constantemente usado como ejemplo sobre dar más dinero a la iglesia, esta interpretación es errónea por no fijarse en el contexto. Los primeros cristianos no entendieron como su misión construir grandes templos y manejar costosos proyectos, y aunque hay quienes piensan que hoy en día es necesario, ese no es el punto en discusión. Independientemente de si los grandes presupuestos e infraestructura son necesarios en el siglo XXI, no podemos sacar estos versículos de su contexto para demostrar algo que no existía en ese momento. Los macedonios no entregaron sus bienes para el uso de la iglesia, sino para ser repartidos entre los más necesitados, y se lo dieron a Pablo porque él iba en camino hacia allá (trataremos este punto un poco más detalladamente en el quinto principio).

Es interesante el uso de la frase “por la voluntad de Dios” en el pasaje a los corintios.  Porque sabemos que es la voluntad de Dios que los pecadores se entreguen a Él, pero lo que dice aquí es que después de haberse entregado al Señor, era la voluntad de Dios que ellos se entreguen a los demás.  Podemos deducir dos aplicaciones de este principio:

  1. La voluntad de Dios es que los que dan, se hayan entregado primero a Dios.  Es decir, no es el plan de Dios que Su obra se mantenga por medio de rifas o donaciones de terceros, sino por la participación de los que primeramente se han dado al Señor. No puedo afirmar que nunca se puede hacer una venta o actividad para levantar fondos para situaciones específicas, pero en forma general, Dios pone la responsabilidad en los hombros de sus hijos. Y en segundo lugar, pero no menos importante, el complemento,
  2. La voluntad de Dios es que los que se han dado al Señor, compartan con los demás. Es claro entonces, que es la voluntad de Dios que los hijos de Dios den.
Si tu corazón no está deseoso de dar, no es un problema económico o de fidelidad a la iglesia, tienes un problema en tu relación con Dios.

Tercer principio – Den voluntariamente

2 Cor 8.8 No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor vuestro.

Es de lo más interesante notar la actitud de Pablo con respecto a las ofrendas, no parece el mismo Pablo.  Estoy más acostumbrado a escuchar al Pablo que, no solamente ordena con autoridad, sino que también enseña a sus discípulos a mandar y reprender, por ejemplo:

1 Tim 4.11 Esto manda y enseña.

1 Tim 5.7 Manda también estas cosas, para que sean irreprensibles;

1 Tim 5.20 A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman.

Tito 1.13 Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe,

Tito 2.15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.

Así es Pablo cuando de la doctrina y la moralidad se trata, sin embargo, cuando se trata de las ofrendas, Pablo se cuida mucho, y en vívido contraste con el Antiguo Testamento, “Indefectiblemente diezmarás”, usa un tono más invitacional que imperativo con relación a las ofrendas.  Y no solamente en el versículo 8, pero fíjense en el tono del resto del pasaje.

8.10 Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado.

12 Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.

9.7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

En este último pasaje se usan unos términos interesantes.

Propuso – esta es la única vez que esta palabra es usada en la Escritura, pero gracias a la literatura contemporánea podemos tener una mejor idea de su uso.  Strong lo define como, “escoger por uno mismo, en lugar de otro”, “preferencia”.

Necesidad – Según el Léxico griego de Thayer significa: Impuesto por una condición externa o por la ley.  Pablo usa esta palabra para decir que le ha sido impuesta necesidad de predicar, y también cuando le dice a Filemón que quisiera que consienta para que no sea “por necesidad”.  Es claro, entonces, que el sentido es uno de imposición externa.

No hay lugar a duda que Pablo no cree en la ofrenda compulsiva, o en la generosidad exigida. No, él nos dice que Dios ama al dador alegre, es más, el enseña que Dios llena a sus hijos de gozo y que ese gozo produce generosidad.  Cuando hay exigencia, no hay alegría.

Gracias a Dios por la sensitividad de Pablo en este aspecto, que bien haríamos en copiar. En el mundo empresarial y político se entrena a las personas (aunque no necesariamente lo cumplan) a detectar un conflicto de interés, y el motivo es simple, es muy difícil ser objetivo sobre un asunto que le afecta a uno personalmente.  Es difícil, pero no imposible, el Espíritu Santo guía a Pablo a evitar el conflicto de interés en esta forma, “No hablo como quien manda”, “y en esto doy mi consejo”, si “hay la voluntad dispuesta”, no “por necesidad”. Pero, cuando nos apartamos de la guía del Espíritu Santo y nos dejamos llevar por nuestra carne, comenzamos a exigir e imponer, usamos terminología veterotestamentaria que subliminalmente sugiere a la audiencia que hay cierta maldición si no cumplen. Tal vez sin querer, hemos caído en el conflicto de interés, donde nos convencemos a nosotros mismos que estamos haciéndolo para Dios, pero nuestra dependencia, personal o institucional, de ese dinero nos imposibilita ser objetivos.

Maestros de la Biblia, regresemos a las Escrituras, usemos el lenguaje del Nuevo Testamento, donde jamás se exige dinero, jamás se insinúa maldición a los que no lo hacen, donde los siervos de Dios prefieren trabajar a pedir.  Confiemos en la obra del Espíritu Santo que irá perfeccionando a los santos hasta el día de Jesucristo, usando la sana instrucción, pero sin necesidad de artificios psicológicos humanos.

Por el otro lado, si tú has estado dando dinero a la iglesia porque en alguna forma te has sentido coaccionado, obligado por las constantes presiones o indirectas de los líderes, a veces motivado por promesas de bendiciones divinas o quizá temeroso por ciertas maldiciones ficticias sobre los que no diezman, te recuerdo, no hay ninguna cantidad de dinero que agrade a Dios. No permitas que te manipulen con presiones, amenazas veladas, ni falsas promesas de cosechas, Dios no manipula, ni tampoco lo hacen sus siervos. No puedes agradar a Dios con el 1%, ni con el 10%, ni con el 20%, ni con el 100%, las bendiciones de Dios no pueden ser compradas por el mejor postor.  Si el Espíritu de Dios habita en tu corazón, Él será quien te motive en todo lo que tengas que hacer. No des por necesidad, o presión, Dios ama al dador alegre.

Cuarto principio – De acuerdo a sus posibilidades

2 Cor 8.2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. 3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,

El gran silencio del Nuevo Testamento parece ser una respuesta inaceptable para lo que ha sido la fijación de las últimas décadas ¿exactamente, cuánto debe dar el cristiano?  La respuesta es clarísima, el cristiano da con agrado, conforme a sus fuerzas y aún más allá de sus fuerzas.

Yo sé que conforme a sus fuerzas, pero ¿cuánto?

¿Por qué no puedes aceptar que esa es la respuesta de Dios? ¿Me quieres decir que el que tuvo el cuidado de escribir “simiente” en lugar de “simientes” se olvidó de decirnos cuánto debíamos dar? No, no se le olvidó, esa es la respuesta, conforme a tus fuerzas. Pero no debemos basarnos en un solo versículo, sigamos viendo.

11 Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis. 12 Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.

Los versículos 11 y 12 nos confirman lo dicho antes, los cristianos deben dar conforme a lo que tengan o según lo que tienen. Perdón, pero debe haber algo que la iglesia pueda enseñar como una norma, no puede ser que sea dejado a la voluntad del cristiano. ¿No? y ¿por qué no? ¿Acaso no tiene el cristiano el mismo Espíritu Santo para que lo guíe y lo controle?  En la primera carta a los corintios Pablo dice que ha dado una orden, ¿cuál será?

1 Cor 16.1 En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.

La orden de Pablo es simple, que cada uno ponga aparte algo, según haya prosperado.  Nuevamente, pone la decisión en la persona.  El individuo pone “algo” aparte, pero ¿cuál es la medida que tiene que usar? Según haya prosperado. La decisión de ofrendar es personal (voluntariamente, como vimos en el principio anterior) y la cantidad a dar es dejada a la consideración de la persona.

Cuando la decisión sobre dar o cuánto dar no está en la persona, sino en el líder, entonces no se llama dar, se llama quitar.  Y hay un buen ejemplo bíblico sobre esto.

Lucas 20.45 Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos: 46 Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;47 que devoran las casas de las viudas…

Nuestro Señor Jesucristo enseñó a sus discípulos que tuvieran cuidado de no ser como los escribas que “devoran las casas de las viudas”.  ¿Alguna vez has considerado cómo lo hacían? Lastimosamente quien partió la Escritura en capítulos nos jugó una mala pasada, porque cortó esta historia por la mitad.  La historia no ha terminado, continúa en el capítulo 21. Veamos.

Lucas 21.1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. 3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 4 Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.

El Señor les dice que no vayan a ser como los escribas que devoran las casas de las viudas, alza los ojos y continua, por ejemplo, aquella ancianita. Al sacar esta historia de su contexto muchos han concluido que el Señor está enseñándonos a dar “TODO” como la viuda, craso error, el Señor no está alabando a la viuda, el Señor está usando su ejemplo para criticar a los que le obligaron a dar.  El Señor está mostrando un ejemplo de cómo los escribas devoran las casas de las viudas. El Señor no está diciendo que hagamos como ella, sino que no hagamos como ellos. ¿Cómo así? El Señor continúa, los ricos dieron de lo que les sobraba, pero ella, atención, echó todo el SUSTENTO QUE TENÍA. ¿Cuándo en el Antiguo o Nuevo Testamento el Señor exige que alguien dé todo su sustento a la religión y se quede sin comer? Los escribas sabían muy bien que el Antiguo Testamento enseñaba que a las viudas, en lugar de exigirles, había que darles el diezmo, sin embargo exigían, en contra de la enseñanza bíblica, que las viudas den aunque se queden de hambre.  Ahora, el Señor, en su misericordia, puede haber cuidado de esta viuda y sus necesidades, pero eso no justifica lo que hicieron los escribas. Con sus enseñanzas le quitaron todo lo que tenía, la devoraron a ella y a su casa.  Esta no es un alabanza a la viuda, aunque ella puede haberlo hecho de corazón, es una advertencia a sus discípulos para que no sean abusivos como los escribas.

Al comparar la exigencia de los escribas que todos den con la enseñanza neotestamentaria vemos que esta historia es el antitipo de la enseñanza del Nuevo Testamento donde dice que cada uno dé “conforme a lo que tenga”, “según haya prosperado”, “según lo que uno tiene, no según lo que NO TIENE”, “cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. Ni los ricos, ni la viuda fueron enseñados a dar conforme al Nuevo Testamento.

¿Por qué harían tal cosa los escribas? Ah, es que la historia tampoco termina allí.

Lucas 21.5 Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 6 En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.

La reacción natural de algunos que escucharon al Señor fue… pero ¿y cómo vamos a mantener este templo tan hermoso? No es raro, pues, que cuando se enseñe lo que dice la Palabra algunos reaccionen pensando que queremos destruir la obra, o las finanzas de la iglesia. Quieren tener templos grandes para que entren más personas, quieren tener templos hermosos para glorificar a Dios, pero no a costa de devorar a las viudas. El Señor responde, este templo va a ser destruído, es lo último que me importa, cuando veo que para mantenerlo así, le han quitado el sostenimiento a las viudas y a los huérfanos. (Marcos relata la misma historia, con los mismos tres componentes en el mismo orden, mostrando que es una sola historia).

Es muy común escuchar que hay un principio del Antiguo Testamento que debe ser el diez por ciento.  Lastimosamente usamos la Biblia para nuestra conveniencia.  Después de haber estudiado con mucha prolijidad el tema del diezmo en el Antiguo Testamento no encuentro tal principio, pero, si alguien piensa que lo hay, por lo menos enseñe honestamente lo que la Biblia dice… que el diezmo era usado para dar de comer a los necesitados, a saber: levitas, viudas, huérfanos y extranjeros, no para quitarle a los pobres lo poco que tienen.

Conforme a sus fuerzas, conforme a lo que tenga, según haya prosperado, como propuso en su corazón. El que quiera ver un porcentaje en estas enseñanzas es porque así lo quiere creer, no porque así esté enseñado.

Quinto principio – Para igualar la carga

El uso que la iglesia debe hacer del dinero merece un libro aparte, pero trataré de abarcar la idea central de la Biblia.

Es muy común escuchar que Dios dio el diezmo en el Antiguo Testamento para “los siervos de Dios”, pero eso no es enteramente correcto, y en el sentido que se usa para justificar que unos pocos vivan bien de los diezmos de la congregación, es realmente uno de los mayores fraudes que se comete en nombre de Dios.  ¿Cómo explica Dios al pueblo la ley del diezmo? ¿Qué uso debían dar los israelitas a su diezmo? Veamos,

Deut 14.29 Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.

La razón que le da Dios al pueblo para que entreguen el diezmo es porque hay un grupo de personas “que no tiene parte ni heredad contigo”.  Es decir, yo te voy a dar tierras para que produzcas alimento para ti y tu familia, pero debes recordar que hay otros que no tienen tierras y debes dedicar el diezmo para que ellos también tengan alimento.  Los que tenían tierras debían diezmar (apartar el décimo) y luego permitir que los levitas, las viudas, los huérfanos y los extranjeros vinieran a tomar lo que necesitaran. ¿Qué tienen en común los levitas, las viudas, los huérfanos y los extranjeros? “No tiene parte ni heredad contigo”, así de simple. Si necesitábamos aprender un “principio” del diezmo, el principio del uso hubiera sido más importante que el porcentaje.  Entonces, el concepto de que el diezmo era para “los siervos de Dios” no es cierto, puesto que también recibían las viudas, huérfanos y extranjeros; el diezmo era para los que tenían más necesidad que uno.

¿Y en el Nuevo Testamento? ¿Se enseña también que la razón principal de dar es la igualdad? Por supuesto, eso es más que claro. ¿Sabías que prácticamente todos los pasajes que se usan para incentivar a los creyentes a dar fueron escritos sobre dar a los pobres, y no sobre dar a la iglesia?

Uno de los pasajes más usados, 1 Cor 16… “cada primer día de la semana … ponga aparte algo”  ¿Lo recuerdas? Bueno, examinémoslo en su contexto.

1 Cor 16.1 En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. 2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.3 Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén.

En esta carta de Pablo a los corintios, él dice que tanto los gálatas (v1) como los corintios están enviando un “donativo” para los santos (v1) en Jerusalén (v3).  Cuando se use este pasaje para urgir a la congregación a dar más dinero, no debe obviarse que este pasaje no habla de dar para el edificio o para los sueldos, sino para los pobres.  Más adelante, en la carta a los Romanos, Pablo explica por qué hay que enviar a los santos de Jerusalén.

2 Cor 8.18 Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias; 19 y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad; 20 evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos, 21procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres.

En su tercera carta a los corintios (que conocemos como segunda), Pablo se vuelve a referir a estos donativos para los hermanos que están sufriendo necesidad económica, y se asegura de mencionar que el dinero no es para ellos, sino que ellos solamente están encargados de llevar y administrar el donativo.

Rom 15.25 Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. 26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. 27 Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales. 28 Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España.

Como mencioné antes, en su carta a los romanos Pablo explica con mayor claridad sobre el por qué están recogiendo esta ofrenda.  Corinto está en la provincia de Acaya, por lo que sabemos que el verso 26 se refiere pues a la ofrenda que recibió de los corintios. El pasaje no podría ser más claro, el único propósito de esta ofrenda era ayudar a “los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén”, y Pablo va a entregarlo (v28). ¿De dónde sacó Pablo la idea de recoger ofrendas para los pobres?

Gal 2.9  y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. 10  Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer.

Los apóstoles, cuando reconocieron el ministerio de Pablo y Bernabé les pidieron que al ir predicando por todo el mundo, mencionen que los hermanos en Jerusalén están pasando por momentos muy difíciles.  La persecución ha causado estragos entre los hermanos, y Pablo, siendo uno de los que, antes de su conversión, persiguió más violentamente a los cristianos, ahora va por el mundo levantando fondos de ayuda para estos hermanos.  Queda claro, entonces, que los pasajes que son comúnmente usados para animar a la gente dar más dinero a la iglesia, en realidad fueron escritos acerca de dar a los más necesitados.

En el pasaje que estamos estudiando, 2 Cor 8-9, Pablo nos explica con más profundidad la razón. Examinemos con atención:

2 Cor 8.13 Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, 14 sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad,15 como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos.

¿Cuál es el propósito de las ofrendas? ¿Para qué damos? El uso de la frase “para que” cuatro veces en dos versículos es notable, puesto que nos va a explicar el uso principal de las ofrendas del Nuevo Testamento. En este pasaje Pablo lo declara con una simplicidad que no permite confusión: para que haya igualdad.  Para que los que tienen más hagan partícipe a los que tienen menos.  Fíjate en el verso 13, que el propósito no es enriquecer o empobrecer a unos o a otros, sino (v. 14) para que nos suplamos los unos a los otros.  El capítulo 9 continúa en el mismo tono:

9.9 como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.

9.12 Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;

“Más bienaventurado es dar que recibir”, “Dios ama al dador alegre”, “cada primer día de la semana…”, y prácticamente todos los pasajes que se usan para hablar de dar en el Nuevo Testamento, están hablando de dar a los pobres. Entonces, es claro, el énfasis de las ofrendas en el Nuevo Testamento es para ayudar a los pobres. Pero, si le damos las ofrendas a los pobres y necesitados, ¿cómo sostenemos la obra? ¿de qué vive el pastor?

En primer lugar, estamos hablando de principios, y como principio, podemos ver que casi todos los pasajes que hablan de ofrendas en el Nuevo Testamento se refieren a dinero dado para ayudar a los pobres.  De allí que el principio es que el propósito principal de dar para el cristiano es igualar la carga con los que tienen menos que uno.  Esto no quiere decir que uno no puede dar por otros motivos, simplemente que cuando se use estos pasajes para animar a la gente a dar, se debe tener cuidado en respetar el contexto y hacerlo para ayudar a los pobres.

En segundo lugar, debemos hacer una diferencia entre los verdaderos siervos de Dios y los lobos rapaces.  El término “siervo de Dios” por su propio significado nos muestra a un individuo que sirve, obedece y depende de Dios, no de los hombres.  Reconocemos a los lobos rapaces por dos pasajes de Pablo.

2 Tes 3.7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, 8 ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; 9 no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. 10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.

Algunos líderes de la congregación en Tesalónica consideraban que era su “derecho” vivir de la congregación. Por el contrario, enseña Pablo, aunque se podría decir que me pertenece por derecho, un verdadero siervo de Dios hace lo posible por no ser una carga a los demás.  Continúa diciendo que todo hombre, pastor, diácono o recién convertido, debe vivir bajo este principio, el que no trabaja, que no coma. Un siervo de Dios es conocido por trabajar sosegadamente. El que no quiera trabajar, sino vivir de los demás, no es un siervo de Dios, que coma su propio pan.

En una oportunidad estaba en el coliseo alentando a mi equipo favorito de volleyball cuando mi hermano Esteban se acerca a mi oído y me pregunta: ¿sabes en qué contexto fueron dichas las palabras “más bienaventurado es dar que recibir” y quién las dijo?  Me quedé aturdido, claro que las dijo el Señor, pero ¿en qué contexto? No lo recordaba.  Se lo dijo Pablo a los ancianos de la iglesia, me dijo.  Efectivamente, cuando tuve tiempo de estudiarlo, Pablo pide que solamente los ancianos de Éfeso se reúnan con él en Mileto, y considerando que era la última vez que los iba a ver, les da una serie de advertencias de cómo deben portarse los siervos de Dios, para cerrar con las siguientes palabras:

Hech 20.28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. 29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño…  33 Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. 34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. 35En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.

Wow, eso no me lo esperaba. ¡Pablo dice a los pastores, que ellos deben trabajar para tener dinero con el cual puedan ayudar a los necesitados, y a esos pastores les cita las palabras del Señor!  O sea, que el contexto de “Más bienaventurado es dar que recibir” es que los pastores deben estar más preocupados en cuánto dar a la congregación, que en cuánto recibir de ella… de lo contrario son lobos rapaces.  Espero que esos sean la minoría.

En tercer lugar, Dios sí ha llamado a siervos para que prediquen el evangelio, y cada vez que lo ha hecho, ha provisto para ellos.  El principio del Antiguo Testamento es que Dios proveyó a través del diezmo para todos los necesitados, lo cual incluía a los levitas.  En el Nuevo Testamento es lo mismo, Dios proveerá para Sus siervos a través de poner en el corazón de Sus hijos la responsabilidad de sostener a los que trabajan en la obra.

Pablo nos recuerda que el Señor, cuando envió a los doce y a los setenta les ordenó que no lleven provisiones porque el Señor proveería para ellos a través de las personas a quienes ellos ayudarían espiritualmente.  En mi propia experiencia, es rara la persona que haya sido liberada de sus pecados y culpas por la sangre de Cristo que no quiera hacer partícipe de sus bienes materiales a la persona que fue el instrumento de Dios para tal liberación.  Un cristiano verdadero, hará cualquier cosa por ayudar a sus pastores y familias, aún décadas después de haberles guiado al Señor y conducido en sus primeros pasos espirituales.

El problema es que algunos, después de años de ser exigidos y exigidos cada vez más, y ver cómo el dinero está siendo usado para cosas vanas, y cómo los pastores se enriquecen, y cómo se usan los dineros en programas, edificios y eventos, sus corazones se van encalleciendo; el cinismo les aparta del primer amor que el Espíritu Santo labró en sus corazones por Dios y por Sus siervos.

Pero, ¿y la iglesia? Si le damos la ofrenda a los necesitados y cubrimos las necesidades del pastor, ¿con qué pagamos las deudas y gastos de la iglesia?  Buena pregunta, siendo que el Señor no nos ordenó ir a construir grandes edificios, tampoco nos dijo cómo teníamos que pagar por ellos.  Pero, usando un poco de sentido común podemos responder que, si un grupo de cristianos en un lugar geográfico escoge comprar un edificio en lugar de reunirse en sus casas, sea por conveniencia o por estrategia, entonces los que tomaron esa decisión deben decidir cómo van a costear los gastos de esa inversión. Pueden decidir que cada uno dé voluntariamente, o una cantidad fija, o que den un porcentaje (cualquier porcentaje), pero deben tener cuidado en no confundir esta “obligación” que han adquirido como un cuerpo institucional con el deber que el Señor enseña, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que los hijos de Dios deben velar y cubrir las necesidades de los que no tienen la forma de hacerlo, incluyendo a sus pastores a quienes ellos hayan pedido que se dediquen a la Palabra, o a misioneros a quienes hayan enviado a predicar.

Si en tu corazón no tienes un genuino agradecimiento a Dios por el siervo que Él usó para que caiga la venda de tus ojos y llegues al conocimiento de Cristo, algo anda mal en tu corazón, pero la iglesia no debe olvidar que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios hizo provisión para los que tienen menos que nosotros, y esa provisión eres tú.

Sexto principio – Gozosamente

2 Corintios 9.7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

Este versículo es mencionado frecuentemente, y con mucha razón, pero hay un detalle sobre este pasaje que podría ayudarnos en nuestra actitud sobre las ofrendas.

“Dios ama al dador alegre”, frase que a veces es usada como una advertencia para que la gente dé sonriendo.  Pero, en realidad, ¿cuál es la relación entre el dar y la alegría en este versículo? ¿Los que dan conforme propusieron en su corazón, son alegres? ¿Los que sonríen en el momento de poner sus ofrendas en el plato, son amados por Dios? ¿La generosidad causa alegría? ¿O la alegría causa generosidad?

La construcción de la frase me hace sospechar que esto último es lo que Pablo quiso decir.  Pablo está explorando los motivos para dar, no el estado de la mente del dador en el momento de entregar el dinero.  Pablo está diciendo que una persona con un corazón alegre escogerá dar y esa es la única ofrenda que agrada a Dios. Como mencionamos anteriormente, la ofrenda no puede hacer aceptable al ofrendador, es al revés, cuando Dios rechazó a Caín, el relato dice que Dios “no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya”.  Es decir, la ofrenda de Caín fue rechazada porque Dios rechazó a Caín, y no al revés.

Génesis 4.4… Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.

Lo mismo se dice de su hermano, “y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda”.  Con el contexto de 2 Corintios, entonces, podemos decir que Abel dio con gozo, en tanto que Caín no lo hizo así.

Interesante teoría, pero ¿hay algún otro pasaje que apoye esto?  Sí, la historia de los macedonios es exactamente un ejemplo de esto, veamos.

2 Corintios 8.1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. 3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, 4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.

Fíjate con cuidado cómo Pablo dice que su “gozo” causó su generosidad. Lee el versículo 2 una y otra vez y verás que eso es exactamente lo que Pablo está diciendo.  Ellos no dieron por obligación o exigencia… sonriendo al hacerlo… dieron porque estaban llenos de gozo.

Aún en el Antiguo Testamento vemos que este principio sí se cumple:

Nehemías 12.44 En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros, de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recoger en ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones legales para los sacerdotes y levitas; porque era grande el gozo de Judá con respecto a los sacerdotes y levitas que servían.

Ellos dieron “porque era grande el gozo de Judá”. Por supuesto, el dar y el gozo son retroalimentantes, uno da por el gozo que el Señor ha puesto en uno, pero el hecho de dar también produce gozo.

Cuando una persona tiene un corazón duro y cerrado a dar, es más provechoso ayudarle a encontrar el gozo del Señor, que insistirle que dé sus diezmos para que el Señor le “bendiga”. Es importante enfatizar este punto, puesto que también podemos extraer un principio negativo de este versículo.  Repasemos, “Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza, ni por necesidad…”. Es irónico que, al insistir y exigir los diezmos y ofrendas, los líderes les están robando a la gente la misma bendición que dicen ofrecer, Dios no se agrada de los que dan con tristeza o por necesidad, o por insistencia. Flaco favor, entonces, le hacemos a una persona cuando les exigimos y les “recordamos” todas las bendiciones que se están perdiendo por no dar, porque aunque por esos medios consigamos que den, eso no será agradable a Dios.  Por el contrario, si ayudamos a una persona a crecer en Cristo, a gozarse en el Señor a pesar de las circunstancias, esa persona dará, y ella y su ofrenda serán aceptables a Dios. Indirectas, insinuaciones, amenazas, ni siquiera ofertas codiciosas de promesas de bendición pueden producir el gozo, requisito divino de cualquier ofrenda; lo cual nos lleva a concluir que quienes así practican, no están buscando la gloria de Dios, sino el ingreso económico.

Si el gozo de Dios no rebosa en tu corazón, no des dinero, no agradarás a Dios, lo único que harás es enriquecer a alguno y empobrecerte a ti, busca a Dios, cree en Cristo y de tu interior correrán ríos de agua viva.

Juan 7.37  En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38  El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.  

Séptimo principio – Cosechen para la gloria de Dios

2 Corintios 9.6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 

Otro de los versos más populares en relación a dar.  El versículo, fuera de su contexto, parece ser abundantemente claro, si das poco a la iglesia, Dios te dará poco, en cambio, si das mucho a la iglesia, Dios no sólo te devolverá, sino que te multiplicará.  De allí que algunos hoy hablan de dar usando el verbo sembrar… estoy sembrando mi ofrenda.

Lastimosamente, esa aplicación está muy lejos del sentido original del versículo, es una degeneración del sentido bíblico con el sólo propósito de manipular la codicia de la gente para que dé más.  Veamos el versículo dentro de su contexto:

2 Corintios 9.6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

Es cierto, si siembras generosamente, el Señor te promete que segarás generosamente, pero ¡gracia y buenas obras! ¿Qué? ¿No voy a cosechar dinero? ¡No, Dios NO dice que si das dinero te va a devolver dinero! Lee el versículo 8 otra vez y verás que, si damos, Dios hará tres cosas,

  1. Que abunde en nosotros toda gracia.
  2. Que tengamos suficientes cosas.
  3. Que abundemos en toda buena obra.

Si das dinero, ¡Dios va a llenar tu corazón de abundante gracia para que puedas hacer abundantes buenas obras!  Si siembras dinero, ¡segarás en abundantes oportunidades para hacer el bien!  Pero de bienes materiales, sólo recibirás lo suficiente.  En otras palabras, si das a Dios, no te va a faltar lo material, pero vas a abundar en lo espiritual. ¡Qué bendición!

como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. 10 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,

Por algún motivo los traductores usaron semilla y sementera para traducir una misma palabra, la palabra significa semilla, o semilla plantada, pero es la misma en ambos casos del versículo 10. Es decir, debió traducirse ambas iguales porque en el original es la misma palabra, o semilla o sementera, por ejemplo, “el que da semilla al que siembra… multiplicará vuestra semilla”.  Pero, lo importante del versículo es el contraste entre la semilla y el fruto. El que da semilla al que siembra y pan al que come es Dios. Parafraseando, entonces, “Dios proveerá y multiplicará tu semilla y aumentará tus frutos”.  La semilla es lo que damos, y los frutos lo que recogemos.  Dios promete multiplicar lo que damos y aumentar lo que recibimos a cambio, pero ¿qué es el fruto? El versículo continúa “los frutos de vuestra justicia”. Dios va a multiplicar lo que diste, o sea va a alargar ese dinero para que sirva a más personas, pero los frutos que te va a devolver ¡son frutos de justicia!  ¿Diste mucho dinero? ¡Qué hermoso! vas a recibir diez créditos extra en tu justicia. No puede ser, Dios tiene que bendecirme por lo que hice.  Hmmm, creo que tienes una concepción equivocada de la bendición de Dios, sigamos leyendo.

11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

Bueno, sí, es cierto, Dios te promete que si das dinero, él te va a hacer rico… pero rico en toda liberalidad. La palabra liberalidad es sinónimo de generosidad.  ¿Quieres ser más generoso? Dá y el Señor te dará un corazón aún más generoso.

Nada de lo dicho por el Señor a través de Pablo se asemeja a eso de que siembra en la iglesia y el Señor te va a llenar de dinero; eso es una falsedad.  Entonces, si no sembramos para cosechar dinero, ¿cuál es el verdadero propósito para dar/sembrar?

Fíjate en el final del verso 11, “la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”.  “Produce”, he allí la clave.  ¿Qué produce la semilla? Fruto.  ¿Qué fruto producen tus ofrendas? ¡¡¡Acción de gracias a Dios!!! Cuando tú das, eso va a causar que alguien dé gracias a Dios.  Por eso es importante separar los conceptos de “dar a Dios”, y “dar a la iglesia”; lo que das para el mantenimiento de un edificio, de lo que das a Dios. Lo que das para mantener un edificio genera alegrías para los inversionistas de las empresas utilitarias.  Lo que das a Dios DEBE generar acción de gracias a Dios, la meta final es la glorificación de Dios.  Cuando tú das a Dios, alguien debe decir “Gracias Dios” como consecuencia. Leamos el resto del pasaje:

12 Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 

Aquí está más claro ¿cierto? Lee y vuelve a leer el verso 12, y notarás que hay un doble propósito en dar a Dios. En primer lugar, lo que das a Dios debe ayudar a suplir las necesidades de alguien, y en segundo lugar, como una consecuencia, esa(s) persona(s) darán muchas gracias a Dios, glorificarán a Dios por tu contribución.

Proverbios 19.17 A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

Los principios que se pueden rescatar del Antiguo Testamento y las enseñanzas y ejemplos del Nuevo Testamento coinciden en algo, que cuando damos a los que tienen menos que nosotros, estamos dando a Dios, y Él se glorifica.  Y no debo dejar de mencionar, que tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, Dios manifiesta su intención de que los hijos de Dios cuiden de los desposeídos, incluyendo específicamente a los que se despojaron a sí mismos para trabajar en Su reino. 

13 pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; 14 asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. 15 ¡Gracias a Dios por su don inefable!

Aunque el siguiente pasaje no es muy popular cuando se está tratando de mover a la gente a dar más, son las palabras de nuestro Salvador, Señor y Maestro:

Mateo 25.31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

Conclusión

7 principios que, al juntarse, resumen bellamente el mensaje sobre el dar en el Nuevo Testamento:

Es una gracia de Dios que, los que se han dado a Dios, den voluntariamente, de acuerdo a sus posibilidades, para igualar la carga, gozosamente y para la gloria de Dios.

Glorifica a Dios con los bienes que él te permite administrar.

One Reply to “Dando por gracia – Principios de mayordomía del Nuevo Testamento”

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *