Hoy está de moda hablar, sea bien o mal, pero hablar de 5G. Por alguna razón que mi mente no es lo suficientemente profunda para entender, algunos han decidido que el 5G es diabólico y dañino y hay que destruirlo. Creo que la mayor parte de estos temores están basados en la ignorancia, incapacidad y manipulación de algunos líderes de pensamiento. Cuando cuestioné a una persona bastante más joven que yo sobre su oposición al 5G me contestó que yo no entiendo “lo que está detrás de todo eso” y que yo “había permitido que los medios de comunicación me laven el cerebro”. Escribo estas memorias, no con el ánimo de jactancia, aunque tengo que reconocer que tengo placer en recordar estas cosas, sino para que me entiendan que cuando opino sobre tecnología celular no es porque a mi me hayan lavado el cerebro, o que opino sobre lo que no entiendo, entiendo muy bien porque viví esta historia, y no la leí en WhatsApp o escuché en YouTube.
En la década de los 90 trabajaba para IBM, en el departamento de Sistemas de Redes en Gaithersburg, Maryland. Fui contratado como desarrollador de aplicaciones para Windows pero muy pronto estuve envuelto en esa vorágine en la que se convirtió la tecnología inalámbrica.
Todo empezó cuando, debido a que también tenía experiencia en comunicaciones por a mi trabajo en la versión 1.0 de pcAnywhere en Windows para Peter Norton, me invitaron a formar parte de un equipo que estaba intentando demostrar que era posible usar la tecnología de radio análoga existente, disponible en carros de policía, ambulancias y walkie-talkies, y aprovechar los espacios en blanco de la frecuencia no usada por la voz para enviar pequeños paquetes de información que podían ser utilizadas para que las computadoras se comuniquen entre sí. En unas pocas semanas creamos un prototipo usando tecnología de Motorola para las comunicaciones y enviando paquetes a la novedosísima velocidad de 300 bits por segundo. Gente muchísimo más inteligente que yo diseñó los protocolos y construyó los adaptadores necesarios, mi responsabilidad era solamente la implementación del software, sin embargo, fui un testigo de esa revolucionaria historia.
Era imposible lograr mayores velocidades porque el diseño del protocolo necesitaba respetar que el usuario principal de ese ancho de banda era el radio de voz, porque el resto del espectro había sido diseñado por ley para aplicaciones militares. IBM, Motorola, los proveedores de servicio celular y otras compañías más, se unieron a las fuerzas políticas para que se libere un rango mayor para el uso comercial, y cuando el presidente Bill Clinton quiso hacer una demostración de la capacidad de esta tecnología, IBM nos envió a la Casa Blanca para demostrar nuestro prototipo en presencia del presidente Clinton, Al Gore y senadores. A esta ceremonia que tuvo lugar en la Casa Blanca (https://www.govinfo.gov/content/pkg/PPP-1993-book1/pdf/PPP-1993-book1-doc-pg1156.pdf), fueron invitadas varias compañías que ya habían avanzado con la tecnología para demostrar el potencial que surgiría cuando se abra el espectro de la radio frecuencia para uso comercial. Con las nuevas frecuencias disponibles se podría enviar mucho más volumen de información a mucha mayor velocidad.
Y claro, que aunque esa ley específica no pasó, el avance de la tecnología no se detuvo, nuestro prototipo se convirtió en un producto, WME (Wireless Mobile Enabler) que instalamos primeramente en el departamento de policía de Hartford, Connecticut, para que una computadora instalada en el carro de policía pueda verificar información sobre una licencia de conducir o una placa. Esta laptop en el carro policía que hoy es tan común, fue una de las cosas más novedosas de la época.
El oficial ingresaba la placa en un programa que nosotros escribimos para su computadora, la computadora tenía un adaptador especial que convertía la información en pequeños paquetes que transmitía usando la misma radio del carro. La información llegaba a una radio en la central de policía que también tenía un adaptador y otra computadora, esta computadora resolvía la pregunta con el mainframe de la policía y enviaba la respuesta por la radio. En unos pocos segundos la respuesta regresaba reusando nuevamente la radio policial.
El producto evolucionó a usar la red ARDIS de Motorola, diseñada originalmente para los textos rápidos, pero que nosotros aprovechábamos para enviar mensajes de computadora a computadora.
Ya por ese tiempo empezaba a hacerse popular la tecnología celular, y por tecnología celular me estoy refiriendo a la tecnología de primera generación (1G) que trasmitía las ondas sonoras en forma análoga por medio de la radio frecuencia y que usaba antenas distribuidas matemáticamente con alternancia de frecuencia y el principio de la triangulación para proveer cobertura estable para todos los usuarios que tuvieran la suerte de tener un teléfono con esta tecnología. Pero, nuevamente, hasta este momento la transmisión sigue siendo análoga, es decir, la ondas transmitidas reflejan las ondas del sonido que transmiten.
Conforme el servicio de telefonía celular crecía, se transformaba, y más o menos por esos años se introdujo una innovación radical en la telefonía celular, la transmisión digital de la voz. Es decir, el aparato telefónico no transmitía las ondas sonoras sino que las digitalizaba (convertía en unos y ceros), transmitía los unos y ceros, que podían ser retransmitidos en caso de error, y el proveedor del servicio reconvertía la información digital en análoga para transmitirla por POTS (Plan Old Telephone Service) al destinatario. Esta segunda generación de teléfonos es conocida como 2G, es decir la voz es digitalizada, pero el servicio sigue transmitiendo únicamente voz.
Entonces, IBM decidió que la tecnología desarrollada para comunicarse sobre estas redes no debía continuar siendo propietaria y decidió crear un protocolo para la transmisión de información (data) sobre estos servicios de voz. Aunque mi departamento no participó directamente en la escritura del protocolo CDPD (Cellular Digital Packet Data), trabajamos en cooperación con los arquitectos y, nuevamente, nos tocó hacer herramientas y software de implementación del protocolo. CDPD solamente definía el protocolo que cualquier implementación debía seguir para que todos los proveedores de telefonía celular digital puedan proveer también servicio de datos, para lo cual IBM trabajó con todos los proveedores de servicio celular a nivel nacional, ofreciéndoles algunos de los productos y servicios que mi equipo había diseñado y desarrollado, o ayudado a madurar, como ARTour (desarrollado por nuestra filial en Alemania) e IBM Mobile Equalizer, producto del que fui el arquitecto original y principal desarrollador hasta que lo entregué en manos más capaces.
Durante esos años hice muchas cosas hermosas, entre ellas, una invitación para mí muy especial, de IBM Lima para dar una charla sobre la tecnología inalámbrica, su historia y su potencial.
El propósito de todos estos proyectos era transportar datos sobre una red celular que fue diseñada para transportar voz. Tanto la primera generación de celulares (1G) que transportaba voz análoga como la segunda generación (2G) necesitaban productos externos para poder “meter” datos dentro de una tubería diseñada a cargar voz.
Recibamos con un aplauso a la tercera generación (3G) que, reconociendo la importancia que estaba tomando el Internet y el uso del teléfono para el acceso a la información, une los dos en un servicio mixto, voz y datos. Cada una de estas “revoluciones” ha mejorado el servicio tremendamente, pero exige a los proveedores de servicio actualizar todo su equipo para poder servir a la nueva generación.
Es muy costoso mantener tecnologías obsoletas, pero tampoco se puede abandonar a un grupo de clientes que tienen un dispositivo que no funciona con las nuevas tecnologías. Por ello, las antenas celulares mantienen compatibilidad con las “generaciones” anteriores. Por ejemplo, la tecnología CDPD que inauguramos en 1996 y que se volvió obsoleta con la introducción del 3G un par de años después, continuó funcionando en las antenas hasta el 2005 en que comenzó a apagarse gradualmente. Así, siendo que todavía hay algunos individuos con teléfonos 2G, la mayor parte de antenas de hoy probablemente soportan los protocolos de 2G, 3G y 4G.
No voy a entrar mucho en los detalles de la 4G y la 5G puesto que hay suficiente material disponible si uno realmente está interesado en conocer, pero quiero enfatizar, las “generaciones” 2G, 3G, 4G y 5G de teléfonos celulares son simplemente la evolución natural de un servicio. La diferencia entre la 4G que la mayor parte de nosotros usamos en nuestro celular hoy y la 5G es que se ha logrado optimizar la velocidad a través del uso de una cuadrícula más densa de antenas para poder utilizar una frecuencia más alta.