La Florista

La florista es una de los pocos personajes que, ataviada de sus vestidos nativos, pregona sus flores por las calles porteñas. De falda negra, blusa blanca, adorna su cabeza con grandes trenzas de soga, herencia de un pasado muy remoto, de las princesas mochicas. Tiene una voz poética, dulce y armoniosa, su pregón gracioso e ingenioso. Eleva su voz hasta las nubes y en su vibrar esparce aromas de margaritones.

¡Margarííííítas..! ¡Claveeeeles…!

Ahí viene la florista con sus flores de amor, unas veces las trae en la cabeza, otras en su canasta bajo el brazo. La florista parece que corriera, o que bailara un tondero, siempre va al trote, de diestra a siniestra repartiendo sus flores. Se desplaza con suma agilidad, al caminar levanta la basta de su falda para enseñar sus talones rajados de tanto trajinar.
El mensaje que trae la florista, es un mensaje de vida para el hombre que se ahoga en esta contaminada ciudad. Viene con su ultimo pregón para ofrecer aromas de vida.
Ojalá, que el llamado de doña Rosario León Seclen, la florista, nunca se apague, que siempre lo podamos oir con sus:

¡claveeeeles… ! ¡Margaríitas…!

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