El Carnicero

Cada mañana al entrar por la puerta del mercado, el primer pregón que se oye es el del “Matarife”, diciendo: “A 20 soles el medio kilo…” Otro dice:”A 10 soles el cuarto…” (Esto sucedía por los años 1970). En medio de estas insistentes ofertas, para ganar la clientela del vecino, uno de ellos grita ¡Esa carne es de perro! El ofendido contesta: ¡La tuya ha muerto con aftosa…! De inmediato se oye decir al rival: ¡Este toro es criollo…! El vecino le contesta: ¡Sí, pero con patas de equino…!

Así, entre dimes y diretes, siempre acompañando su grito con golpecitos en la “chaira”, o sobre los platillos de la balanza, se mantienen en alerta para hacer su venta.

Cuando se acerca la clientela, que generalmente son damas, el “matarife” emplea el lenguaje más galante y persuasivo para garantizar su carne: “Escoja Ud, caserita de donde prefiera”. Cuando la clienta dice, deme “cabeza de lomo”o “tapa”. El carnicero muy zalamero selecciona lo mejor de la carne para agradar a su casería, pero al menor descuido ¡zas! le pone un tremendo hueso o un pedazo de gualdrafa. La casería se va muy contenta con su carne de “toro”, además con unos gramos menos, porque en este negocio hasta la balanza da su “manito” para hacer una buena y muy lucrativa venta.

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